domingo, 5 de febrero de 2023

LA LAVADORA









Uno de los mejores inventos del hogar, en general para todos, pero especialmente para la mujer fue la lavadora.
Años atrás, en nuestro pueblo, como en la mayoría, las mujeres lavaban la ropa a mano, en lavaderos públicos, una figura que no me consta haya existido en Tragacete.
En las orillas del río, cerca de los puentes había, no sé si aún queda alguna, unas losas de piedra, en las que de rodillas, y con jabón previamente hecho en casa, con sosa y la grasa sobrante, se procedía al lavado de la ropa. Como se iba guardando la ropa hasta tener suficiente para bajar al río, se ponía en remojo para que fuera más fácil desprender la suciedad.
Me contaban mis mayores que en invierno cuando estaba el agua mucho más fría subían por la fuente del Fraile, donde el agua se remansaba y estaba más caliente. Como la lavaban, la soleaban para que quedase más blanca y la volvían a aclarar, usando greda para sacar las manchas, por lo que el día de la colada lo echaban completo, incluso algún miembro de la familia les llevaba la comida.











Más tarde se inventó el lavadero, un cajón de madera con cuatro patas y una losa que fabricaba un carpintero, el 'tío' Fernando Pariente, o el 'tío' Pedro Cabañas. Todas las puertas tenían a la entrada el lavadero, bien en la calle o bien en el portal, lo que facilitó el lavado, pero el para el aclarado tenían que seguir yendo al río.
Ya en los años 60/70 cuando se introdujo la acometida de agua en las casas, se empezaron a comprar lavadoras. Las primeras eran una especie de motor, que daba vueltas y movía un tambor metálico que lavaba la ropa. La primera que tuvimos en casa tenía de nombre comercial Marisa, aunque se tenía que aclarar la ropa, como había agua en casa ya no teníamos necesidad de ir al río.
Por fin llegó la época de la lavadora, tal y como la conocemos ahora, y facilitó mucho esa tarea a las mujeres que seguían siendo las encargadas de la colada.
Afortunadamente hoy en día las cosas han cambiado, tanto los chicos como las chicas se reparte esta tarea. Como podemos comprobar, el trabajo de la mujer, no siempre reconocido como ama de casa, ha sido una tarea ardua y poco valorada.
Cuenta alguna anécdota que cuando las mujeres se juntaban en los lavaderos, o en el río, se contaban sus penas y sus glorias, lo que les servía de alguna manera como terapia, y desde que desaparecieron esos lavaderos se visita más al psicólogo. ¿Será verdad...?

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