La actividad ganadera alcanzó una importancia vital durante los siglos XV y XVI gracias a la calidad de sus lanas y como consecuencia a la fuerte demanda que había desde lugares como Génova, Florencia o Flandes. Por eso el Fuero reglamentó el establecimiento de cañadas, rebaños y mojoneras, así como aranceles de precios y salarios de Cuenca.
En 1462 fijaba los precios de la lana, que según las zonas, alcanzaba cifras elevadas. La de Tragacete se pagaba a 112,5 maravedís la arroba, lo mismo que la de Poyatos y Huélamo, consideradas de las mejores.
Una de las Cañadas Reales más importantes era la llamada Cañada Real de Zaragoza a Andalucía, que salvando el Tajo por la dehesa de Bellvalle, cruza los términos de Cueva del Hierro y Masegosa, y discurre aguas arriba por la vega del río Cuervo, atravesando los límites de Vega y Tragacete y su descenso hacia Las Majadas y Villalba.
Por este paso se desplazaban los rebaños de estos lugares en época de trashumancia, bajando a Andalucía a pasar el invierno y regresando a la Sierra el caluroso verano.
En el siglo XV se tiene conocimiento de que rebaños de Tragacete, como los de Juan Rodríguez con 825 cabezas, los de Francisco de la Cava con 650, o los de Esteban Sánchez con 2900, pastaban en tierras de Murcia durante el reinado de los Reyes Católicos.
(Fuente: Miguel Romero Sáiz)
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