Una panera de madera
de cuando se amasaba el pan en casa y se llevaba al horno a cocer.
La fuente, el bol, y la cafetera de porcelana
la lechera de metal
herencias de otra época, de los abuelos.
Y el sello metálico
que servía para grabar las iniciales en la masa del pan, y que al introducirlo en el horno no se confundiera con el de otra persona. Cada uno amasaba el suyo, y como es lógico, nadie quería comerse el pan de otro.
Son
utensilios pasados que ya no utilizamos, y sin embargo guardamos como un
tesoro, y al hacer limpieza salen y nos recuerdan el paso del tiempo.
Cuántas
veces los habrán usado nuestro ancestros, y a la mayoría nos parece algo fuera
de lugar, o anacrónico, aunque de alguna manera parece que un hilo invisible
nos arrastra y nos ata a ellos.
Podemos
pensar que sólo a los animales se les marca con una señal en el lomo para
distinguirlo del animal de otro rebaño, pues no; el pan y los bollos hechos en
casa y cocidos en el horno también.
Buscad
por casa, seguro que también tenéis alguno de estos viejos cacharros.
¡FELIZ
VERANO!
¡DISFRUTAD!
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