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Ayuntamiento de Tragacete |
Siempre es un placer, leer y escuchar a Miguel Romero, gran conocedor de la historia de muchos pueblos. En este caso un gran honor que lo haga hablando del nuestro. Gracias Miguel, amigo mío.
Tragacete y San Miguel
En La Serranía de Cuenca hay belleza por doquier. Vayas por donde vayas, busques caminos forestales, senderos o barrancos, subas hacia la Alta, recorras la Media o transites la Baja, te encontrarás pueblos, humildes y despoblados, pero bellísimos en encanto y paisaje, con hospitalarias gentes como bandera.
Uno
de los más bonitos es Tragacete. Allí, donde se ha puesto esa
“Enseña de Desarrollo Rural” con facilidades para la llegada de nuevos
pobladores, con Jornadas universitarias encaminadas a buscar sinergias para
evitar la Despoblación, y con la puesta en valor de cursos de formación en la
educación por haberse instalado allí la Fundación de Maestros, es
un vivo ejemplo.
Ahora,
vienen sus fiestas patronales y es San Miguel quien
las bendice. Por eso, quiero y debo hablar de este lugar, histórico y moderno,
tradicional y festivo, haciéndolo con ese bosquejo de su pasado, recordando
algunos lugares de su excelso paisaje y sintiendo, como no, su paisanaje.
Este
lugar, acurrucado a los pies del cerro de San Felipe, techo de la
Sierra de Cuenca, encuclillado al lado del río Cuervo y su nacimiento,
no muy lejano de las aguas del Júcar e incluso de las del Tajo, tiene un
privilegiado enclave donde la Naturaleza le ha hecho privilegio de encanto.
Pero,
su belleza le ha dado siempre el significado de su acontecer y su ubicación en
tierras de montaña, al lado de enclaves poderosos, su gran peso en la historia.
Aquí, después que el romano quisiera aprovecharse de sus salinas, la
dependencia vino a generar el peso cristiano cuando desde el Señorío de
Albarracín, un tal Azagra, disputara su poder con el otro señorío
de Molina, potestad de don Manrique Pérez de Lara, abusando uno
y otro, en prebendas y diezmos.
Tal
fue la importancia de estas tierras que la ciudad de Cuenca durante el dominio
de Alfonso VIII compró este lugar y sus salinas, el 3 de
febrero de 1202 a su, por entonces, propietaria, la condesa doña
Mafalda, viuda del conde don Pedro Núñez, concediéndole de esa
manera los diezmos salinares a la catedral conquense.
Pero
es en el siglo XIV cuando adquiere mayor protagonismo, pues Alfonso XI la
concede a la familia de los Albornoz y ahí alcanza cierto
rango como potestad de esta gran familia, sobre todo en tiempos de don
Alvar García de Albornoz, noble de fuerte poder en aquellos tiempos de
intrigas nobiliarias, asesor impenitente del propio rey Enrique II, el
de las Mercedes.
Buen
sitio este lugar de Tragacete. Desde sus tiempos de pertenencia a los marqueses
de Cañete, aquellos Hurtado de Mendoza, con Prestameras y
Beneficios a la capilla del Espíritu Santo de Cuenca, buenas
Canonjías, su patronazgo a San Miguel, advocación de su bella
parroquial, edificio solemne con bella espadaña y dos portadas que dan entrada
a una nave amplia y bien artesonada, con modillones en las vigas centrales, retablo
de piedra y mármol, pila bautismal, sencilla y de gallones, a los tiempos
modernos, ahora, con buen turismo recibido, este lugar ha sido núcleo de la
comarca.
Por
eso hay que destacarlo. Ahora, su infraestructura es amplia. Hotel, hostales,
restaurantes, casas rurales, amplias veredas de servicios y un sinfín de
paisajes que incitan a un turismo rural donde la belleza y el sosiego te pueden
provocar constante deseo de visita.
Todos
recuerdan aquellos años de trashumancia, la Cañada Real de Zaragoza a
Andalucía por Valencia, la que desde aquí partía y que, salvando
el río Tajo por la Dehesa de Belvalle discurría
aguas arriba del río Cuervo, cruzando los límites de la Vega
del Codorno y Tragacete para descender hacia Las Majadas y
Villalba. Aquellas cabañas ganaderas de Juan Rodríguez, Francisco
de la Cueva o Esteban Sánchez nos advierten de la buena lana que aquí
se criaban e hicieron del lugar, por entonces, privilegio de pocos.
Una
maravillosa naturaleza en un término indescriptible donde los montes de
la Fuenseca, Cerro de En Medio, Solana de San Felipe, la Cordillera, Puntal de
la Hoya, los Callejones, la Dehesa Boyal del Enebral y el Rincón de la Gitana,
hacen brillar las maravillas que San Miguel Arcángel desde su
iglesia bendice y hace reencuentro festivo en ese mes de septiembre con buenas
verbenas, toros y jolgorio, manteniendo incluso aquellas tradiciones de antaño.
Miguel Romero Sáiz, Cronista Oficial de Cuenca, en su blog On the Road de Las Noticias de Cuenca.
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