Se hacían dos grupos, sólo de chicas.
Se dividía el pueblo en dos, desde la calle del medio para arriba un grupo, y para abajo, el otro.
Casa por casa pidiendo:
─¿Nos da para el Señor?
Se admitía de todo: patatas, huevos, dinero, velas. Después de asistir a misa con los majos del domingo, ¡hala, a coger la cesta y a pedir!, todos los domingos hasta el Domingo de Ramos. Este último, había mucha gente que daba velas, y lo que se sacara en especies era para hacer una merienda las chicas que habíamos estado pidiendo. Con todo lo que se sacaba, una vez vendidas las patatas y los huevos, se compraban flores y velas para vestir el monumento.
Recuerdo un señor que al decir que íbamos a pedir nos dijo que no tenía, y le dijimos que patatas o huevos y nos dijo:
─¿Huevos?, sólo tengo los míos y están hueros.
De manera que esa mañana las risas nos acompañaron todo el camino.
La semana anterior al Jueves Santo, venía a la escuela Don Eugenio, el cura, y de forma voluntaria cogía a todas las chicas para fregar la Iglesia y limpiar los candelabros que, por cierto, entre la cera que tenían y el brillo que se les sacaba, eran duros de limpiar, sobre todo a nuestra edad de doce a catorce años, las chicas de la escuela de mayores.
Lo pasábamos bien por el simple hecho de no asistir ese día a la escuela. Los chicos estarían cuidando los huertos del jardín del cole o en el coto escolar.
Una vez terminada la tarea de limpieza procedíamos, junto con el sacerdote, al montaje del monumento.
Previamente, también habíamos ido por las casas pidiendo prestados jarrones y otros utensilios que sirvieran para que cada año fuéramos mejorando la estética.
Así llegábamos al Domingo de Ramos, dando por comenzada la Semana Santa con la Iglesia impoluta y el monumento perfecto. Luego se procedía a la bendición del ramo, que después cada una se llevaba a casa y pondría en un balcón o ventana.
El Jueves Santo se vela el monumento, anteriormente durante toda la noche y hasta la misa del Viernes. En la actualidad durante la noche se cierra.
En nuestro pueblo se celebran las misas propias de estos días, y el Sábado por la noche los mozos vestían un muñeco relleno de paja con vestiduras de hombre que representaba al Judas. En la madrugada del Domingo colgaban el muñeco y se le prendía fuego por traidor, posiblemente como la demostración de la supremacía del bien sobre el mal.
En cuanto a procesiones se refiere, el Viernes de Pasión, a las doce de la noche sale El Entierro de Cristo, y la del Cristo Resucitado el Domingo por la mañana. Anteriormente, la procesión del Domingo de Resurrección se celebraba por la mañana, muy temprano.
Los hombres salen con el resucitado por la puerta delantera de la Iglesia, y las mujeres por la otra puerta con la Virgen, para que se produzca el encuentro, a la entrada de la Casa de Don Casildo.
Allí se le quita a la Virgen el mantón de luto, y se le coloca el de la alegría.
y por aquí va María,
hágase la gente a un lado
que se van a dar los días.
Después de cantar la canción, todos juntos vuelven a la Iglesia con gran alegría por la Resurrección del Señor, dándose por finalizada la Semana de Pasión.
¡Feliz Semana Santa!
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