Reyes con su ganado en San Blas |
"Ya se van los pastores
a la Extremadura
ya se queda la Sierra
a la Extremadura
ya se queda la Sierra
triste y oscura..."
Así reza la canción para referirse a la trashumancia. Tragacete, desde siempre, se ha dedicado a la ganadería, oficio duro donde los haya, aunque ha cambiado mucho con respecto a otras épocas.
Los animales no entienden ni de fines de semana, ni de vacaciones: comen todos los días del año.
Recuerdo que, unos cuarenta años atrás, había pastores con poco ganado que se iban con un amo, el cual tenía más ovejas y posibles. Se ajustaban para San Miguel y marchaban a tierras más cálidas para pasar el invierno. Muchas veces por el sustento propio y el del ganado. Si era buen año y las ovejas criaban, ese era su beneficio.
Las condiciones en las que vivían en las fincas, por lo que me han contado, tampoco eran muy buenas: sin agua, había que ir a un pozo; sin luz, y para dormir alguna nave cercana al ganado, o con los animales.
Ahora han mejorado esas condiciones, las fincas están cerradas y, la mayoría, tienen casa en un pueblo cercano. Los que se quedan en la finca disponen de luz con grupos electrógenos, y coches para poder desplazarse.
En la primavera volvían a la Sierra. Las parideras, aún queda alguna en pie, estaban en el campo. La mayoría a una distancia considerable. No venían todos los días al pueblo, se quedaban a dormir con el ganad0.
─Se ha ido con hato, decían.
Es decir, comida para aguantar unos días sin acudir al pueblo.
Debían caminar mucho, no recuerdo en aquella época a ningún pastor gordo. Actualmente todos disponen de vehículo y no hay distancias.
Cuando empezaba a refrescar, regresaban con los animales al pueblo, alojándolos en cuadras, que eran la parte baja de las casas.
Recuerdo las calles alfombradas de cagarrutas. Si el pastor era curioso, barría la calle, si no..., allí se quedaban. Y cuando llovía o nevaba, menudas estaban...
Con el progreso, también hemos avanzado en este aspecto. Con las condiciones favorables para la ganadería se fueron construyendo establos fuera del núcleo urbano, mucho más cerca que las parideras pero, en cierta medida, alejados del pueblo. Con lo cual ganó todo el mundo: los dueños de los animales y el resto de la gente.
Un recuerdo para todos ellos, los que no llegaron a disfrutar del progreso, que murieron conociendo únicamente la dura vida del pastoreo, y los de ahora, que sin dejar de ser pastores se han convertido en ganaderos.
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