miércoles, 23 de junio de 2021

SAN JUAN


San Juan Bautista















Todos los pueblos tienen dos patrones, en el nuestro son San Miguel y San Juan. 
San Juan se celebra el 24 de junio. Antiguamente eran los quintos los encargados de organizar una fiesta con un pino y una cucaña que les regalaba el Ayuntamiento, cuando la madera tenía valor como para preparar una fiesta. 
El día de la víspera colocaban la cucaña en alguna plaza del pueblo. Durante algunos años estuvo en la plaza de la fuente de los doce caños, al lado del trinquete. Al día siguiente intentaban trepar por la cucaña los más atrevidos, y el que conseguía llegar arriba se llevaba un jamón.

Cucaña de San Juan









La noche de San Juan los mozos ponían una "enramá" en la fuente de los dos caños, y un arco de rosas en la puerta de la iglesia, bajo el que pasaba, al día siguiente, el santo en procesión.
Esa misma noche los quintos, acompañados de otros mozos, también colocaban "enramás" o ramos de rosas en los balcones y ventanas de las mozas casaderas. Las menos favorecidas, por carácter u otras circunstancias, eran obsequiadas con una "sarta" de huesos, costumbre bastante cruel para la moza desafortunada.
Las mozas a su vez, tenían la tradición de subir al humilladero de San Antonio, para ver la "Rueda de Santa Catalina", que se ve ese día a la salida del sol, y a lavarse la cara con agua del caz, que durante esa madrugada se supone que adquiere unas propiedades estupendas para la piel, proporcionando belleza y tersura. Las mozas le pedían a San Antonio un buen mozo que las llevara al altar.
No puedo dar fe, nunca he sido capaz de levantarme de madrugada para lavarme la cara.
Las tradiciones van desapareciendo y los quintos, que lo son por edad y no por llamamiento a filas, ya que la mili obligatoria desapareció, siguen manteniendo la costumbre de la "enramá" en la fuente de los dos caños y la colocación de la cucaña en la plaza del pueblo. Aunque ahora esos quintos son los jóvenes de ambos sexos de la Asociación Juvenil de San Miguel Arcángel, que desde su creación recuperaron esta tradición y se encargan de organizar la verbena.
En otros pueblos eso de pedir un buen novio no siempre se le pedía a San Antonio. Voy a contar una anécdota que aunque no se refiera a Tragacete resulta bastante ocurrente. No conozco el pueblo en el que una señora se acercó, con esta coplilla, a pedir un buen mozo para su hija:
   
    San Cristobalito
    patitas, manitas
    cara de rosa
    dame un novio
    pa' mi hija
    que la tengo moza. 
 
El santo oyó la plegaria y se lo concedió. Al poco tiempo la mujer volvió a ver al santo y le dijo así:
 
    San Cristobalón
    patazas, manazas
    cara de cuerno
    que lo mismo 
    que tienes la cara
    me diste al yerno.
 
Parece ser que la señora no quedó muy contenta con el mozo que le había tocado a su hija.

Espero que os guste.

¡FELIZ SAN JUAN!

domingo, 6 de junio de 2021

LOS HORNOS DE TRAGACETE

Foto cedida por Teresa Nieto González









Esta mañana, mientras desayunaba, he rememorado el olor a horno de otros tiempos.
Según tengo entendido Tragacete tenía varios hornos, los del "tío Cayo" el "tío Raimundo" y el "tío Ropiñón".
En el de la plaza (creo que era del "tío Raimundo"), estuvo mi abuela Anastasia de hornera después de finalizar la guerra. "Para que sus hijos no pasaran hambre" decía. Teniendo pan también se podían conseguir otros alimentos por medio del trueque.
Después de mi abuela estuvo de hornera la tía Bienvenida.
El oficio de hornera consistía en la explotación de un horno ajeno, supongo que por algún alquiler. Ponían la leña necesaria para la cocción e introducían y sacaban el pan que previamente cada familia había amasado en sus casas. La gente pagaba con una parte de la masa que llevaban.
Tengo entendido, por vecinos de aquella época que me lo han contado, que no solo quitó hambre a sus hijos también a otras personas que lo necesitaban. Eran tiempos complicados.
La escuela estaba situada en el Ayuntamiento y los niños durante el recreo iban al horno a calentarse.
Otras personas también tuvieron panadería, aunque supongo que más tarde. La "tía Teresa", Juana "la berra".
La panadería de la que puedo hablar con conocimiento de causa es la de José María y Luciana. Es la que conocí, la regentaban con ayuda de sus hijos. Mientras el pueblo dormía ellos trabajaban para que al día siguiente se pudiese comer pan. Ésta ha sido la que ha despertado mi sentido del olfato y me ha llevado a sentir el olor de aquellas magdalenas, bollos dormidos, tortas de manteca y pan recién hecho cuando iba camino de la escuela todos los días. Dependiendo de la época también había otras costumbres, para San Blas el panecillo redondo, pequeño, para subir a celebrar con tortilla y chorizo, y un trozo de rollo de San Blas bendecido en misa para cuidar la garganta. En Navidad rolletes y mantecados.
Cómo anécdota voy a contar que en aquella época ya existía la tarjeta de crédito la "Tarja" un palo cuadrado en el que se marcaban una serie de muescas según se iba adquiriendo el pan y que se pagaba a final de mes, en dinero algunos y en trigo, huevos u otras especies los demás. Lo recuerdo porque en mi mente infantil le dije a mi madre: "¿Por qué pagas el pan? La gente le da a Luciana un palo y no pagan". Bendita inocencia.
Ahora el pueblo no tiene horno y traen el pan de fuera. Se van perdiendo oficios, duros aunque necesarios.
Desde mi humilde recuerdo, un homenaje a todos aquellos horneros y panaderos que trabajaban para que sus vecinos comieran pan. Especialmente a mi abuela, una buena mujer, trabajadora y adelantada a su tiempo; y a José María y Luciana que fueron los que conocí y los que me han venido al recuerdo desayunando.